25 de enero de 2019

A mi abuela...

Era pequeña; pero conocía el dolor, el miedo, el llanto... también el amor, la risa, la alegría...
  Me dijeron que existía Dios; aunque no se pudiera ver, estaba pendiente de todos nosotros.
  Y tenían razón: tú, mi abuela, eres todavía mi dios: estuviste pendiente de todos nosotros, cada día, pudieras o no. Nos quisiste hasta dar la vida...
  Y siempre serás mi dios, estés donde estés...
  Y te quiero.
  Y te pido perdón si te fallé alguna vez.
  Y te pido que me esperes en algún lugar... quizás en el umbral de esa puerta...


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