Dicen
que madre sólo hay una: yo tuve dos. Mi abuela también fue como mi madre,
cuando ésta estaba enferma. Mi abuela es, todavía, mi dios.
Pero sí es verdad que mi madre es mi mundo;
aunque ya no esté en este mundo, como tampoco lo está mi abuela.
Mi madre no era perfecta; pero era perfecta.
Era mi amiga, mi hermana, mi hija, mi vida… mi compañera de vida, mi
confidente…
Fuimos una durante 9 meses, físicamente.
Fuimos una durante toda la vida, anímicamente. Y me considero ligada a ella,
todavía, sobre todo cuando pienso en lo que me contestaría a esto o aquello. A
cuánto disfrutaría de eso o lo otro. Cuánto sufriría si mirara hacia la derecha
o a la izquierda…
Un día para dedicar a la madre es poco, cuando
tienes la suerte de tener una madre. Yo la adoraré siempre, porque es la
persona que me ha mostrado, con hechos, valores y amor. Amor sin condiciones:
del bueno. Y porque no puedo evitar quererla.
Hay madres sobrevaloradas.
Hay madres injustamente odiadas.
Con suerte hay madres de verdad. Quererlas.
A veces
moriría por poder confirmar que hay un lugar mejor donde nos esperan no sólo
las madres… y quizás al encontrar a esos seres maravillosos, me abrazaría con
fuerza para no regresar al mundo en donde ya no están…
A mi
madre: a las dos…
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