29 de enero de 2020

Magia


Había nacido ciego.
  De pequeño, su familia lo llevaba a aquel paraje donde le explicaban que el sol salía y se ponía como si fuera un niño pequeño que se escondiera y apareciera, entre risas, mientras quizás jugaba al escondite.
  ‘’No me ves’’…



  Su madre le mantenía la mano y a través de ella notaba su amor: como si su sangre siguiera alimentando su vida, cuando todavía crecía en su interior, donde no necesitaba de sus propios ojos… Sus besitos que parecían chispitas de la chimenea de casa en invierno, le recordaban los cuentos que le leía y lo que su madre añadía al preguntarle él por cosas tanto importantes como triviales, que desconocía desde siempre.
  –La magia la inventamos nosotros: nadie, que yo sepa, ha visto un dragón; pero todos tienen claro su aspecto.
  Eso lo había ayudado mucho a la hora de imaginar la realidad.
  Luego, con el tiempo, al niño sol lo comparaban con una joven enamorada de acaloradas mejillas…
  ‘’Oculta su cara porque le da vergüenza que la vean enrojecer’’…
  Su padre le confesó haber hecho el amor por primera vez a oscuras.
  –Los sentimientos son los que ven, no los ojos. El sol te puede acariciar igual que un ser enamorado… La brisa, invisible, hace que los árboles susurren melodías, bajo un cielo que es una cortina transparente, o una sábana de seda que roza tu piel…
  De mayor, habiendo perdido a su familia en un accidente, seguía acudiendo a aquel paraje como el que acude a una cita regular. Más bien el camino lo llevaba.
  Trataba de imaginar a su familia, imaginar ese sol, por ejemplo, que tan bien conocía, y a veces, aún se echaba a llorar.
  Alzaba las manos al aire, como cuando recorría los rostros de sus padres, antes lisos como el sueño, después surcados, como el mismo camino que lo llevaba hasta allí.
  El sol respondía, cuando no llovía. Y la lluvia, también invisible, le mojaba los ojos.
  Un día, en el que su propio rostro estaba surcado, respondieron sus padres: le habían dicho, susurrando quizás, entre las hojas de las ramas del árbol más cercano, que estaba a punto de morir; pero, como siempre, le habían hecho imaginar: un pacífico y angelical cielo…
  Antes de decirse hasta luego, le habían hecho un regalo: habían ocupado su cuerpo por turnos, y por vez primera, había conseguido ver a su alrededor.


  Lloró y pudo ver hasta sus propias lágrimas.
  ¿Necesitas que te lo describa?...



Este relato es mi aportación al reto literario del Blog de Jose Ant.

https://jascnet.wordpress.com/2020/01/05/va-de-reto-enero-2020/

Reseña del libro: '‘’Tu segunda vida empieza cuando descubres que solo tienes una’’, de Raphaëlle Giordano


Libros recomendados: ‘’Tu segunda vida empieza cuando descubres que solo tienes una’’, de Raphaëlle Giordano, Editorial Debolsillo (aprendizaje, relaciones varias…)
  Me llamó el título…
  Una narración muy amable y a la vez actual: con sus prisas y sus intenciones de relajarse…
  Un día lleno de complicaciones puede llevarte, a través de lo que parece una coincidencia… a la casa de un amable señor que te explicará que la vida hay que intentar vivirla superando pasos: pero pasos anímicos, más bien. No es todo tan fácil como la teórica: hay que esforzarse; pero como casi todo en la vida, porque las loterías anímicas no tocan siempre…
  En este caso: y resulta que no es el único; porque el final es de boca abierta, con teatro incluido… parece que los esfuerzos pueden llegar a metas…
  ¿Eres capaz de ayudarte?, ¿y a otras personas?



…Alrededor de este lugar: El Gran Canal de Versalles, en Francia, una parte de mi madre descansa…

Reseña del libro: ''Objetivo tú'', de Jessica Galera Andreu

Libros leídos: ''Objetivo tú'', de Jessica Galera Andreu (amor, relaciones varias...)


  Otro de los libros de la autora que me leo: éste, gracias a que la sinopsis me recordó algo relacionado con parte de mi vida...
  Con una narración actual... y juvenil, nos podemos meter en la piel de dos personas de edad diferente, que todavía hoy, siguen siendo juzgados, de algún modo, también por sus personas cercanas, y de ese modo, pueden llegar a meter la pata; aunque al final...

Jessica, la foto está tomada en una de las fachadas internas del Palacio de Versalles, y desde ese lugar, se divisa una fuente: la de Apolo apareciendo junto a la salida del sol... y se puede ver el lugar donde parte de mi madre descansa... 
  El sol me tocó la pera para hacer la foto; pero está la estatua, la fachada con sus ventanas, puertas y secretos internos, y creo que alguien desde el interior hacía fotos, ¡cómo no!

27 de enero de 2020

Un demonio muere en Halloween

Estaba teniendo un ataque de pánico: el corazón palpitaba tan rápido que creía que iba a morir de un infarto, como le ocurrió al tío Albert…
  Cada vez más, más rápido, como si se le fuera a escapar por la boca, como los insultos que los niños de la escuela escupían casi a diario…
  O como si fuera a implosionar, dejándolo sin vida y tieso, como la cola del perro del vecino cuando estaba alerta…
  Tenía que ser precisamente en la noche de Halloween cuando ocurriera aquello; pero esa noche, de algún modo, en su caso, ocurría a diario: vivía con el demonio, y cada vez que aparecía por la puerta lo petrificaba.
  Su padre llegaba borracho: cada vez más, después de perder a su madre, y de perder la cabeza. Se había vuelto loco… y era malo, siempre lo había sido: estaba seguro de que cuando su madre cayó por las escaleras, fue su padre el que la empujó.
  Algunos pensaban que bebía por el dolor: él sabía que era por la herencia que su madre le había dejado a él: a su hijo, y que el padre no podía tocar. Había una cláusula que decía que si al niño le pasaba algo malo o moría en circunstancias sospechosas, el dinero pasaba automáticamente al orfanato en el que creció su madre. Y era mucho dinero: a su madre le había tocado la lotería apostando con la fecha del nacimiento de su hijo.
  Así que el demonio llegaba cada noche, malhumorado, bebido y frustrado, con ganas de tirarlo por las escaleras, seguramente; aunque si lo hacía, se quedaría en la calle…
  Aquella noche, harto tal vez de ver a niños felices, pidiendo caramelos por la calle, el demonio había sacado su antiguo rifle de caza, y lo paseaba junto a su hijo, en dirección a la ventana, desde donde se veía, a lo lejos, el orfanato en el que su mujer pasó muchos años esperando a ser madre.
  Lo que le provocaba el ataque de pánico, que no quería remitir y lo estaba volviendo loco, era ver cómo su demonio particular volteaba la cabeza, con esa sonrisa de dientes cada vez más largos, y dejaba que el rifle lo apuntara mientras le gritaba: ‘’PAM, PAM, PAM’’…
  Cuando creía que iba a morir entre sudores, palpitaciones ensordecedoras y perdida del habla…, ocurrió…
  Se disparó el arma… y murió al explotarle en la cabeza.
  El demonio dejó de respirar: le había salido el tiro por la culata, literalmente, y ahora al niño se le empezaba a calmar el corazón. Por fin.