1º vez en Déferlantes... y seguramente la última.
La organización fue bastante... ya sólo al pasar por control, un hombre me preguntó qué era lo que llevaba en el bolso (transparente): le hizo ¿dudar? una cosita pequeña con forma de tubo... mi pinta labios. Me di el lujo de sacarlo y enseñárselo. No fuera a creerse que era un láser potencialmente mortífero...
En fin: interesantes decoraciones aquí y allá, y el lujo de estar frente o al lado de un castillo: el de Valmy, un monumento privado que con más calma querremos descubrir...
Pero un festival en medio de un bosque, en donde el terreno plano es sólo una parte del mismo y debes buscarte la vida y un dios al que rezar para no caerte con la ayuda de la arena, los desniveles y los bebedores de alcohol descuidados que se te acercan... De haber llovido hubiera sido un desastre, y llovió el día después...
Fue un concierto inesperado, en verdad...; pero aun así lo disfruté; ya que las canciones de los Thirty Seconds to Mars, no dejan de hacerme bailar (en este caso con cuidado para no resbalar).
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