Una vez, un día como hoy,
hace bastante tiempo, un ángel se casó con un demonio; aunque entonces no pudo
ver que el demonio vestía una máscara de rostro humano.
La felicidad es una preciosa palabra, que a
veces es efímera…
Aunque justo un año después, un día como hoy,
el ángel tuvo un hijo.
Quizás al nacer, aquel hijo borró la
infelicidad de recordar la fecha del día de la boda entre el ángel y el
demonio…
Lo que
sí sé, es que; aunque todos somos imperfectos…, el hijo fue una de las razones
de la felicidad del ángel…
Qué enigmático! Y a pesar de representarse con personajes fabulosos, como un ángel y un demonio, muestra una situación muy humana y real. Ojalá el ángel se diera cuenta de que el demonio era el demonio y acabase apartándolo muy lejos para ser feliz con su hijo.
ResponderEliminarHas dado de lleno: el ángel (mi madre) pudo al fin alejarse del demonio (mi padre) para vivir feliz con sus hijos... Gracias por tus palabras...
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