17 de marzo de 2022

Reseña: Mejor… Solteras, de Liz Tuccillo

Mejor… Solteras, de Liz Tuccillo. Editorial Umbriel. Amor, desamor, amistad, relaciones varias, LGBT, escritura, viajes, culturas, aprendizaje, salud mental, alcohol, sexo…




  Había visto la película, en la que sale una actriz muy divertida, y la verdad es que me apetecía leer el libro, sobre todo para mi #retoreadingdeworld en el que se queda… No son clavadas, ya que la película se basa en gente más joven (y no tanto), que quizás empieza… a diferencia del libro, donde las protagonistas y secundarios ya tienen una trayectoria, aunque no hayan aprendido tanto como creían. Además de que Nueva York es el ‘’escenario’’ principal. 

  Tengo que decir que se me ha hecho largo, y repetitivo; y para los correctores, añadir que el estilo hay que cuidarlo más, como se nos recomienda a los novatos.

  Todo comienza con un divorcio que va a juntar por casualidad a las 4 amigas de la protagonista: un sueño hasta ahora sin cumplir; pero la fiesta para animar a la divorciada acabará en el hospital, y con un comentario de unas francesas que dará para que la prota quiera escribir un libro sobre solteras en el mundo. A partir de aquí, viajaremos a París, Roma, Sídney, Bali, China, India, y si no me dejo nada, Islandia. 

  Observaciones sobre los varios monumentos y vistas, o los variados detalles… amenizan la lectura.

  La escritora se encontrará con un francés casado en una relación abierta, parte de lo que la hará balancear sobre su propia situación personal; sus miedos, complejos y su soltería a los 38 años. Pero lo que está abierto puede cerrarse en cualquier momento. Y de la manera más absurda.

  Por cierto, que parece que en Francia dan pastillas como caramelos para los ataques de pánico. Eso no sólo pasa en Francia, si es que pasa, que imagino que sí.

  La narración se divide y nos lleva desde la viajera escritora de Nueva York, donde la sigue esperando su vida junto a sus amigas, hasta estas mismas, cada una con sus problemas... 

  Tenemos a la divorciada, que por la obsesión de encontrar marido, casi pierde a sus hijos. Creo que sería con la que al fin me quedaría… 

  A la amiga perfecta que está a punto de casarse y conformarse con soñar con un ídolo… hasta que decide, tras darle mucho al coco, que va a ser que... 

  Luego está la que, gracias a ese desmadre: palabra eludida hasta entonces para ella, entra a ser parte de una especie de secta en donde, como casi siempre, hay mucha fachada y mucho aquí te pillo y aquí te cepillo. Poco después pasará por un duro momento que la hace querer empezar a vivir ‘’de verdad’’. 

  Y la depresiva; herencia materna, que desea tener un hijo estando soltera, y en situación variable anímicamente. En el último momento ¿se echará atrás? 

  Estas 4 amigas van a ir haciendo piña a la espera de la que parece la más sabia, pero en realidad, de momento, es la que más perdida está en varios de sus significados. Pero para eso están los viajes y la gente que conoce, con sus ideales; sus me conformo; sus no hay hombres suficientes, y en el caso de ellos sus las queremos jóvenes; sus citas concertadas en un día por los padres de las solteras y la pronta boda aceptada en una hora por 2 desconocidos, porque el amor no cuenta, a diferencia de los límites para tener hijos. Claro que tampoco cuenta la intimidad para mear. 

  Y seguro que me dejo algo, pero me quedo con las vikingas de Islandia, a las que las normas ilógicas de una humanidad multicultural, con el mismo objetivo de estupidez y limitación, más o menos, les importan bien poco, a diferencia de sus adorados elfos... Cada uno a y con lo suyo.

  Por suerte no esperaba un final Disney, en una historia en teoría documentada y con bastantes tintes de realidad…; pero tampoco tanta obsesión por las estadísticas y los hombres.

  El amor no debería ser una obligación, ni casarse, ni tener hijos. Ni una carrera para llegar a una meta donde por cierto las estadísticas fallan mucho. Obligación debería ser… ser feliz, y no degradar el amor.


La obsesión puede acabar en enfermedad o algo peor. No se trata de quererse cada día, porque cada día no sentimos el mismo temor, la misma alegría (y no todos te van a querer porque tú te quieras; puede que no seas una buena persona)… son sentimientos que fluyen a partir de las vivencias, que puedes ocultar y mostrarte como quieres, como diría una ‘’médica’’ que conocí; o mostrarte tal como eres. Al final las extensiones, las lentillas de color, el maquillaje…, se van a tomar por saco y lo que queda eres tú y con eso me refiero al interior, sobre todo, porque a una mala persona no se la aguanta durante mucho tiempo… Y aconsejo aceptarse, cuando la persona es persona, porque en ningún tipo de instrucciones está escrito que se deba ser la rehostia. 

  Las generaciones cada vez son más adulteradas. Menuda herencia.


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