EL CEMENTERIO DE LOS POETAS
Lo llamaban ‘’El cementerio de los poetas’’. La razón no hace falta explicarla.
En su centro crecía un árbol al que nadie se había atrevido a poner nombre; pues cambiaba constantemente…
Algunos acudían allí para leer los poemas que se escribían, como por arte de magia, poco a poco o de una tirada, en sus caducas hojas.
Otros iban a escuchar; cuando la brisa era perfecta para la ocasión, los suspiros, las palabras de amor, los llantos delicados, las promesas…
Los poetas no mueren.
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