''¿El
piano se queda?''
Es la pregunta de siempre: todos los
compradores o posibles compradores, quieren saber si el piano de la antigua
casa se queda. Parece importarles más que la maldición que arrastra su
existencia, la de la casa…
Quizás quieren parecer más Chic; pero debieran
preocuparse por todas las veces que la casa ha sido vendida, una después de
otra… en tan poco tiempo.
De día me dedico a vender inmuebles. De
noche, a esclarecer casos de inmuebles encantados.
La casa es enorme: tres plantas y un
recibidor donde se puede aparcar el coche de caballos o montarse una de esas
fiestas en las que no se conoce a casi ninguno de esos bebedores y gritones invitados…,
y tiene varias hectáreas de bosques en donde perderse o plantarse a crear.
Libros, música, pintura… por ejemplo. O cazar, a quien le guste. Las estatuas
que representan a los dioses y a los semidioses, recorren el lugar… o eres tú
el que lo recorre bajo la atenta mirada de las alegorías a las que el hombre
adora más que al hombre mismo. No, eso no puede ser: el ego del hombre no tiene
límite…
Arañas de cristal, y cortinas de raso que
esconden a los trasnochadores de la luz solar mientras los ruidos de la fiesta
acallan al canto del gallo… Suelos de mármol y tantos espejos que pareciera que
la señora del lugar quisiera verse siempre de espaldas: el recogido, la
redondez del trasero provocada por éste o ése vestido llegado de París
especialmente para la ocasión… Maderas nobles que no ocultan los sonidos
horrorosos y ajenos a las fiestas, que los aldeanos me han llegado a describir
como sonidos desde el propio infierno. ¿Habrán estado en él?... Pinturas de los
pintores más influyentes, colgados en todas las paredes, que recuerdan el
esplendor del Petit Trianon… Cenefas en las que se encuentras alados ángeles
con miembros humanos, y alados demonios con colas de pesadilla… Techos pintados
como la Capilla Sixtina, en su versión más… humilde. Muebles de la época
Victoriana, Napoleónica y de estilo Louis XVI…
Una escalera con pasamanos de madera de
cerezo te acerca a las habitaciones…
La de los señores es una habitación inmensa:
un vestidor que aún conserva ropajes e incalculables joyas, en sus cofres de
cristal de Bohemia, como las copas que se llenan de polvo en el aparador de la
planta baja. Y todavía me preguntan si el piano se queda… En el tocador, los
cabellos de la antigua dueña del lugar, también se llenan de polvo, mientras
dan lugar a chismes entre los visitantes de la mansión: algunos sólo vienen por
eso: y vienen de lejos.
Si os preguntáis por qué no se hace una
limpieza exhaustiva para la venta… no vale la pena: las telarañas se mantienen
en su lugar, el polvo no se marcha, o si se levanta, compone un efímero vuelo
para devolverse a su lugar de inmediato, como si quisiera que las cosas no
cambiaran…
La cocina y la despensa; aunque en la planta
baja y sótano, guardan olores añejos que hablan de buenos vinos, de los que se
guardan algunas botellas… entre otras sustancias difíciles de encontrar para la
época… Y otros olores que me son familiares; pero difíciles de ordenar en mi interior… Y en el sótano… hay un
agujero del que nadie ha sabido explicar su procedencia, ni nadie ha podido
cubrir…
Volviendo arriba, las habitaciones de los
niños son de ensueño: siempre quise tener una igual: incluso he soñado con
habitaciones como ésta. Hasta la casa podría parecerme familiar; pero es porque
la muestro a veces… Aquí algunas cosas adquieren un significado sugestionable…
Inclusive los juguetes de tamaño real, casas de muñecas en las que la porcelana
es auténtica, y carrozas en miniatura, con forro de piel en los mullidos
asientos… Y las camas con dosel, donde los mosquitos no te pueden molestar en
verano… aunque no veo princesas ni príncipes en mis sugestiones…
Está el despacho del señor de la casa, en el
que casi ningún papel se conserva, y el pequeño estudio de ‘Madame’, como le
gustaba ser llamada…, en el que sólo se conserva un caballete viejo, habitado
por polillas y esbozos tan oscuros como el sueño de un maligno ser.
Y como en los castillos de los jefes de
finanzas de la corte más real… las habitaciones pobres, humildes,
destartaladas, y oscuras, a las que se accede por una escalera de caracol tan
estrecha como los corsés de otro tiempo… están arriba. Con las ratas… ¡Creo
escuchar una ahora…!
Una vista, que de noche daría miedo a los
vampiros que creyeron inventarse en algún lugar lleno de aldeanos crédulos que
no sabían que Lilith fue la primera vampira…
Parece ser que los Ludwig von der Pfordten,
los propietarios originales del lugar, desaparecieron al poco, realmente, de
empezar a vivir allí. ¡Puff!...
Los más valientes, aseguran que se marcharon
a su Alemania natal, porque realmente no eran aristócratas y todo lo que tenían
allí… era robado… Los más temerosos, los que conocen a Lilith… esos no duermen,
creyendo que de un momento a otro los aristócratas aparecerán… y los
degollarán, o los hervirán y comerán. O tan sólo los llevarán con ellos al
infierno, lugar que algunos muchos creen se esconde bajo la misma casa… en ese
sótano que mantiene un agujero abierto. Han llegado a decirme que las fiestas
ocultaban muchas realidades que ni un adulto es capaz de escuchar: yo creo que
son patrañas que un adulto no sabe acabar de decorar... Pero cuando pienso en
el polvo, las telarañas, el agujero: por eso decidí quedarme a dormir esta
noche, después de mostrar la vivienda a los supuestos interesados: ‘Tenemos que
hablar con nuestro banquero de confianza’, me dijeron antes de marchar con algo
de prisa; pero sin dejar de echar una última ojeada a la regia fachada
principal…
Parece que los Ludwig… llegaron acompañados
de una pequeña familia, que trabajaba para ellos. Y resulta que la pareja tenía
un hijo, que solía jugar con los tres hijos de los aristócratas, y que un día
desapareció. De éste, es del personaje que menos se sabe. Algunos dicen que
podría tratarse del verdadero demonio alemán… ¡Un niño!... Aunque hay niños que
son pequeños demonios…
Cada vez que se ha vendido la casa… los
nuevos dueños han marchado del pueblo, con una u otra excusa: unos se marcharon
porque la madre de la esposa del comprador había enfermado; otros porque el
padre del marido de la inversora (una mujer que me pareció adelantada a su
época, al principio)… había fallecido y dejado a sus descendientes deudas
desorbitadas; otros se marcharon porque estaban hartos, según dijeron, de las
cotillas del pueblo, de los borrachos que merodeaban por allí de día, y de los
lobos que aullaban de noche…
La cuestión es que la casa sigue vacía, y
teóricamente maldita: yo creo que la maldición son los mismos aldeanos…
De
repente un sonido se apodera del límite al que puede llegar mi oído. Mi corazón
da un vuelco que podría competir con el vuelco de cualquier enamorado, a punto
de sufrir un ataque al ver a su amante con otra persona.
‘’ERES TÚ: HAS
VUELTO A MÍ.’’
Esas palabras van dirigidas a mí: lo sé,
reconozco la voz. Una voz que… ha vuelto clara como nunca antes… De pequeño… la
escuchaba cada día, desde… que llegamos aquí con papá y mamá, y los señores… ¡los
Ludwig von der Pfordten!
Miles de momentos pasan rápidamente por mi
cerebro, recordándome quién soy: el niño desaparecido… que cayó en ese agujero
del sótano, y levantándose de una caída normalmente mortal, se sacudió el polvo
y se puso a jugar con… ¡EL DEMONIO!
No había vuelto a recordar; pero las
pesadillas habían aparecido alguna vez, antes de conseguir esos polvos para
dormir…
Había crecido junto al demonio, alimentándome
con su propia sangre cuando no tenía animales, o… seres de extraña procedencia…
que… ahora mismo… no quiero…
Un día había salido del agujero… y el hambre…
me había obligado a… ¡NO!... Yo maté… maté a los Ludwig…
Luego… ¡Oh, Dios!, cuesta tanto admitir mis
recuerdos que acuden a atormentarme en esta noche que no debía existir… Luego
escapé de allí: los aldeanos me habían descubierto, extrañados en la falta de
comunicación de los señores… ¡MATÉ A MIS PROPIOS PADRES!... Mi madre… ¡Oh,
mamá!... ¡MAMÁ!...
¿Cómo se puede olvidar haber matado al ser
que más amaste?, a tus compañeros de juegos, a seres vivos… Mi padre, que
esperaba tanto de mí…
‘’YO SOY TU PADRE:
LO FUI Y LO SERÉ SIEMPRE.’’
¡NOOOOOO!
¡No y mil veces no! Antes muerto…
Voy a hacerlo; pues este ser es
indestructible y yo no puedo volver a caer… El sudor me cae a chorros por todo
el cuerpo y las manos me tiemblan como si sufriera un brutal Delirium Tremens;
pero no puedo caer por más que la sintonía me llame: esa sintonía para piano
que me llamaba desde pequeño hasta el agujero donde por primera vez cometí…
canibalismo…
¡NO!
…
¿EPÍLOGO?
En la
inmobiliaria donde trabajaba el señor Nomäd, todavía se preguntan qué pasó con
su mejor vendedor… Así como los nuevos visitantes de la antigua mansión Ludwig,
todavía en venta, se preguntan si el piano se queda…
Ésta es mi aportación al 1º reto literario de noviembre del Blog de la autora Jessica Galera Andreu:
Buf, Natalia!!! No sé si influye haberlo leído un lunes por la mañana para potenciar el ambiente terrorfíco, pero si es así, no hacía ninguna falta la ayuda del lunes, ya te lo digo jijiji Ahor en serio, me ha fascinado el relato, la descripción de la casa, todo. Parece un fragmento de novela y ays, molaría tanto poder leerla entera jijijiji (hay que probar siempre a ver si cuela). En serio, el relato te arrastra dándote un paseo por la mansión y te atrapa en una angustia casi asfixiante. Buf, mil gracias por tu participación, guapísima, siempre merece y mucho la pena. ¡MUACKA!
ResponderEliminarJAJAJA... Lunes por la mañana: ésa sí que es buenaaaa!!
EliminarGracias, me he inspirado en mi pasión por los castillos, y en parte de mi trabajo a parte de la escritura... Seguirla... quién sabe con tanto que me queda por hacer si no casco en el intento!!!! Gracias por esas palabras, que viniendo de una autora, son PALABRAS...
Increíble, intrigante, y por supuesto el piano se queda, genial Natalia, me encantaría que la historia siguiera.....
ResponderEliminarFloooraaaa!!!
EliminarMe encanta arrastrarte a cosas... nuevas??? jijiji
Gracias otra vez... Me encanta cómo has dicho lo del piano... ¿Has pensado en escribir?...
Oye, el piano para Mic, no?? jijij