Padre y jueza
(Por suerte o por desgracia esto no es ficción; es un trozo de un capítulo de mi vida.)
Mi padre nunca fue un padre. Ni un marido para mi madre. Ni un familiar, ni un amigo, ni nada bueno para recordar. A no ser, indirectamente, un profesor, por lo que me enseñó; que no todos los padres lo son. Ni merecen tener un, ni ningún día.
Recuerdo mal trato hacia mi abuela materna, hacia mi madre, hacia mi hermano y hacia mí. Sobre todo pienso en los casi 20 años en los que mi madre tuvo que soportar abuso de todo tipo. Mi hermano y yo también sufrimos abuso; mental y anímico. De un padre militar, que limpiaba sus armas delante de sus hijos.
Cuando mi madre se divorció, nos divorciamos los pocos que quedábamos.
Mi hermano se libró de testificar ante un juez; le quedaba medio año para ser mayor de edad. Medio año: dos terceras partes del odiado, por muchos, Servicio Militar. ¿Fue negligencia?
En mi caso sí. Por parte de la jueza que me tomó declaración. A solas yo; acompañada ella por otra mujer que tomaba notas de lo que yo respondía a las preguntas de una supuesta profesional.
Le dejé bien claro; una niña todavía tímida, que ‘’cree’’ que allí dejó parte de su timidez…, que NO quería ni fines de semana ni vacaciones con mi padre. Supongo que él estaría encantado. Por suerte tenía a sus mujeres, por llamarlas de algún modo, y es fácil imaginar que sus hijos le estorbábamos.
No voy a hablar de manutenciones, porque se entiende que un tipo de este calibre sólo coge, no ofrece. Y si la libertad constaba de dinero, ojalá hubiéramos sido ricos. Pues el aire que respiramos no tiene precio.
Pero SÍ voy a decir que no recuerdo que la jueza me preguntara el porqué de no querer nada con mi padre. NO le interesó indagar los motivos por los que no quería estar a su lado. Al contrario; me dijo que era mi padre. Menuda NEGLIGENTE.
Recuerdo llamar a mi padre por teléfono y decirle que no esperara nada de mí. Por si acaso. Y recuerdo más cosas desagradables que… llevaron a un camino de total libertad al fin, en ese ‘’aspecto’’. Si nos olvidamos de las pesadillas y el temor inicial tras salir de una especie de prisión…, y de los rumores que siempre existirán.
LIBERTAD.
Si hoy yo tengo que celebrar, es la valentía de mi MADRE, que se liberó, y nos liberó, a sus hijos, que, gracias a un mal padre, y a una pésima jueza, podríamos haber acabado en un destino horrible.
Natalia Bas Farizo
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