Querido
Papá Noel
Recuerdo
lo que le escribí cuando se lo pedí: Querido Papá Noel, estas Navidades me
gustaría estar en el paraíso. Fue el año pasado: yo tenía 42 años. Abrí los
ojos y me encontré en mi casa: la casa de mis padres, sentado alrededor de mi
familia en la cena de Navidad. Estaban todos: papá, mamá, mi hermana, mis
primos, mis tíos, y mis queridos abuelos: los 4. Yo volvía a ser un niño. Al
principio no entendí: ¿qué estaba pasando?, quizás estaba volviéndome loco, porque
me pellizcaba y no me despertaba, y era tan real el dolor como el placer de
estar allí, rodeado de tanto amor. Enseguida me di cuenta: el amor, el paraíso,
el regalo de Papá Noel. De pequeños no parecemos darnos cuenta de que el
paraíso está al lado de los nuestros. De mayores, con el trabajo, la pareja, el
ritmo de vida… no valoramos lo que tuvimos muchos de nosotros. ¡Qué Navidad
inolvidable! Volver a sentir con tal sencillez y a la par profundidad… Hoy, a
punto de la Navidad, observo las olas acercarse a mí en mi pequeña isla
privada, en la que vivo ahora con mi pareja y con mi bebé. La adquirí con las
ganancias por la venta de una antigua colección que me traje de casa de mis
padres el año pasado.
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