Soy
la hija de un ángel y un demonio
Pero soy
humana.
No nací en el infierno, ni sobre una nube del
cielo; quizás en una especie de paraíso medio infectado por el demonio, en el
que varios ángeles me vigilaron: sino, ¿qué hubiera sido de mí? Nací en la
tierra.
Lloré de miedo, y de dicha. Aunque al
principio había que llorar en silencio. También reír en silencio, hasta que el
mal perdió la batalla más dura. Costó buena parte del paraíso.
Crecí entre la sombra de la maldad corpórea.
Pero la bondad siempre logró vencer, incluso si hubo sangre física y anímica.
Aunque los ángeles viven menos que los demonios.
Mi padre no tenía cuernos; pero sí una
pistola que limpiaba delante nuestro. Mi madre no tenía alas blancas; pero sí
la fuerza para mantenernos vivos.
Mi padre se rodeaba de demonios, que se reían
de los ángeles. Y observaban cómo sobrevivíamos. Ahora me río yo. Porque los
demonios mueren solos. Y los ángeles son recordados. Por siempre. Viviendo por
siempre.
Hija de un ángel y un demonio. Pero soy
humana. Y si no muero antes de conseguirlo, me encargaré que mis padres sean
recordados como lo que fueron y son: un ángel y un demonio.
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