A mi abuelo...

Tengo 3 recuerdos tuyos: uno por cada año. El último… el peor: tú nos dejabas para ser una estrella celestial. Ése es el recuerdo más claro, quizás por la supernova…

  Pero ellas se encargaron de que creciera queriéndote: tu mujer y tu hija, o mi abuela y mi madre. Estabas presente, no lo dudes; aunque sé que no lo dudas. Todavía estás presente, incluso si ellas ya están contigo, formando una preciosa; aunque incompleta constelación…

  Siempre guiaste aquel camino oscuro… entreteniéndonos para no ver esa oscuridad, al menos durante un bendito rato.

  Gracias…

  …Madera, profundidad, claridad y pureza: algo así como lo que todavía representas.

  Te quiero.

  Sigue cuidándolos…

A mi madre...

Dicen que la tierra es redonda… yo he caminado por el mundo y siempre me ha parecido plano.

  Nunca creí caer, al igual que a tu lado, mi mundo, nunca caí.

  Yo nací en mi mundo: tú, y dentro de ti, aun sin saberlo, la tierra sí era redonda. Pero nunca caí.

  Tu eres el mundo, y su tierra está sembrada de ti. Metafórica y literalmente.

A mi abuela...

Era pequeña; pero conocía el dolor, el miedo, el llanto... también el amor, la risa, la alegría...
  Me dijeron que existía Dios; aunque no se pudiera ver, estaba pendiente de todos nosotros.
  Y tenían razón: tú, mi abuela, eres todavía mi dios: estuviste pendiente de todos nosotros, cada día, pudieras o no. Nos quisiste hasta dar la vida...
  Y siempre serás mi dios, estés donde estés...
  Y te quiero.
  Y te pido perdón si te fallé alguna vez.
  Y te pido que me esperes en algún lugar... quizás en el umbral de esa puerta...